Poner límites: equilibrio entre respetar a otros y respetarte a ti mismo(a)
- Angela Alvarez Nieves
- 24 jul
- 3 Min. de lectura
Un tema recurrente en mis sesiones de coaching es: “Quiero aprender a poner límites”. Esta inquietud aparece con frecuencia, especialmente en mujeres. No es una regla general, pero puede estar relacionada con la educación enfocada en la obediencia que recibieron muchas generaciones anteriores. Hoy, con los cambios sociales y de género, surge un conflicto interno entre las creencias heredadas y lo que deseamos ser. Aunque muchas mujeres desafiaron estos modelos, no fue la mayoría.
Esto no significa que los hombres no tengan dificultades para establecer límites. Sin embargo, en mi experiencia, esta necesidad se hace más evidente en mujeres, quienes seguimos arrastrando patrones culturales muy antiguos que hoy ya no son útiles.
Poner límites es encontrar un punto de equilibrio. Tanto vivir limitándonos como no saber establecer límites nos lleva a extremos dañinos. Crecer, madurar y aprender implica reconocer nuestra forma de actuar, y una parte esencial de ese camino es defender nuestra dignidad, nuestras opiniones y nuestras creencias.
Poner límites no es un acto de defensa contra los demás, sino un acto de responsabilidad con nosotros mismos. Las relaciones no son campos de batalla donde el otro tiene el poder; son espacios de co-creación donde cada uno participa en definir el respeto mutuo.
¿Por dónde empezar?
La respuesta es sencilla: por ti mismo(a).
Si hemos sido educados en la permisividad, sin aprender a ponernos límites, es fácil caer en excesos de todo tipo. ¿Cómo podremos entonces equilibrar nuestras conductas?. Un niño que no aprende a autorregularse puede convertirse en un adulto o un líder que no respete los límites de los demás, tal como no aprendió a respetar los suyos.
Una persona que grita o busca imponerse, muchas veces lo hace desde la frustración de no aceptar que también tiene límites. Puede responder con un “¡porque lo digo yo!”, en lugar de abrir un espacio para la reflexión y el aprendizaje, sustituyendo la comprensión por la imposición, el temor o la minimización. Si supiera que su verdadera grandeza está en permitir el crecimiento y el brillo de la grandeza de los demás, actuaría distinto.
Por otro lado, un niño que creció en un entorno demasiado restrictivo puede convertirse en un adulto que no se siente merecedor, que cree no tener derecho a opinar ni a crecer, y que busca constantemente agradar para obtener una aprobación mínima que le permita avanzar.
No podemos esperar que los demás respeten nuestros límites si nosotros no lo hacemos primero.Cada relación es el resultado de la interacción “entre” los individuos, no una circunstancia unilateral. Lo que toleramos o dejamos pasar contribuye a formar esa dinámica, de la que despu
és nos quejamos o bien nos sentimos orgullosos.

El peso del contexto
Nuestro contexto puede cegarnos. Crecemos rodeados de conductas que consideramos “normales” porque todos las replican, aunque no nos hagan bien. Esto dificulta identificar en qué lado de la balanza estamos.
Tomar consciencia de nuestras creencias y patrones es fundamental para cambiar lo que nos limita y lograr una versión más libre y auténtica de nosotros mismos.
¿Cómo afecta esto a otros?
Nuestras conductas tienen un impacto directo en quienes nos rodean. Como en un efecto dominó, nuestras creencias y límites (o su ausencia) moldean el entorno que co-creamos.Por ejemplo, piensa en un gerente que sueña con ascender a director, pero no se siente preparado ni cree tener las competencias adecuadas. En lugar de trabajar sus miedos, se victimiza diciendo: “No me ascienden.”
Esa actitud no solo lo frena a él; también genera frustración en su equipo y en sus superiores, porque pierde la capacidad de inspirar crecimiento.
¿Cómo saber si los límites son un reto en tu vida?
¿Dices “sí” cuando en realidad quisieras decir “no”?
¿Te sientes culpable al poner tus necesidades por encima de las de otros?
¿Te desgastas intentando complacer a todos?
¿Evitas establecer límites por miedo a conflictos o a perder aceptación?
Poner límites no significa cerrar puertas, ni aferrarnos a nuestras ideas, sino asumir la responsabilidad de crear relaciones sanas y respetuosas. Cuando aprendemos a establecerlos, no solo mejoramos nuestra vida, también inspiramos a otros a descubrir su propio poder para crear vínculos más auténticos.





Comentarios